12 de marzo de 2014

Una nueva edición del programa Contemporáneo, dedicado al arte actual, local y regional.


 En esta ocasión, se exhibe un proyecto especialmente concebido por la artista Elba Bairón (La Paz, Bolivia, 1947) para este espacio del museo: un conjunto de ocho figuras a escala humana -realizadas en pasta de papel- configura un paisaje indefinido en el tiempo, que se completa con pequeñas construcciones arquitectónicas racionalistas producidas en yeso. 


Se trata de una instalación escultórica que continúa la línea de la producción más reciente de Bairon (ganadora del Gran Premio Salón Nacional Nuevos Soportes e Instalación y del Premio Federico Jorge Klemm a las Artes Visuales 2012), que se caracteriza por la sutileza poética, el misterio y la ambigüedad.
“Pareciera que todo reposa en un sueño. Que todos se han dormido o congelado para que nosotros podamos contemplarlos en paz. Estatuas de sal, que como la mujer de Lot han quedado mirando eternamente hacia atrás. Pero que por una extraña inversión de la trama, ese atrás es ahora el nuestro”, escribe el crítico Teo Wainfred en el ensayo del catálogo que acompaña a la exposición. “Es Bairon quien nos conduce siempre hacia esos territorios. Cada gesto en su obra imprime un boceto de lo que nuestros ojos podrían llegar a ver, nuestro cerebro a dibujar, nuestra experiencia a archivar para el futuro”, agrega.
La obra de Elba Bairon es un desfile de figuras cifradas, mediante las cuales la artista intenta llevarnos por el camino de la experiencia. “A este mundo nuestro, tan seguro de sí mismo, estas figuras quietas llegan para señalar con la punta de sus instrumentos metódicos, que todo puede ser de acuerdo a quien lo mire. (…) Elba es la única que conoce los antecedentes de estas imágenes. Qué cosa las han traído hasta aquí. Pero es a nosotros a quienes nos toca darle el soplo. La orden. El levántate y anda”, reflexiona Wainfred.
Junto con la exposición Malba editó un catálogo bilingüe español-inglés, de 48 páginas, con el ensayo “Una cifra escondida en una piedra” de Teo Wainfred, además de un registro fotográfico de las esculturas y la reproducción color de las acuarelas que sirvieron de boceto a la instalación.

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